¿Cómo empezó todo?


Institución Educativa Espíritu Santo.
Foto: Laura Parra

El 29 de mayo de 2014 empezó la agonía para las adolescentes y padres del municipio de El Carmen de Bolívar en Bolívar, debido a los desmayos que sufrieron 23 estudiantes de la Institución Educativa Espíritu Santo, que terminaron en el Hospital Nuestra Señora del Carmen. La tensión e incertidumbre de los habitantes continuó los días posteriores, pues el número de jóvenes desmayadas, con dolores musculares, crisis convulsivas, dificultad para respirar, dolor de cabeza y pecho aumentaron al pasar los días.

Para los funcionarios del hospital también fue caótica la situación ese 29 de mayo, las camillas no daban abasto y no encontraban la causa que provocó los síntomas. Así que empezaron las hipótesis: el agua en bolsa que consumen normalmente o algún producto de la cooperativa del colegio.

Los padres de familia averiguaron en la institución qué había ocurrido diferente, ellos les informaron que las niñas habían sido vacunadas contra el virus del papiloma humano, VPH, situación de la que no estaban enterados con anterioridad.

Posteriormente, los entes encargados descartaron contaminación en los alimentos que ingirieron las adolescentes, sin embargo, la causa aún no la encontraban y la intranquilidad aumentó cuando algunas menores de edad que les habían dado de alta reingresaron al hospital, y otras fueron trasladadas a centros médicos de Barranquilla y Sincelejo.

Los medios de comunicación comenzaron a registrar el hecho, debido a la escena que se repetía casi a diario, adolescentes desgonzadas llegando en ambulancias, en motos y en brazos de familiares.

Entrada de urgencias del Hospital Nuestra Señora del Carmen.
Foto: Laura Parra

Cuando se conoció la noticia a nivel nacional, algunas madres de El Carmen de Bolívar empezaron a investigar qué fue lo que ocurrió con las menores de edad y al cabo de unos meses conocieron otros casos similares en Colombia y en otros países: padres de familia preocupados por el deterioro de salud de sus hijas, adolescentes con los mismos síntomas y manifestando que fue a raíz de la aplicación de la vacuna. Los casos provenían de ciudades como Bogotá, Medellín, Cali, Cartagena, Barranquilla y Sincelejo. Y países como España, Dinamarca, Estados Unidos, Japón, México y Chile.

Han transcurrido 4 años desde que las adolescentes y sus padres indican que después de ser vacunadas contra el VPH han presentado efectos adversos. Según Javier Luna, secretario de Salud municipal, alrededor de 800 jóvenes del municipio reportaron algún tipo de síntoma. Añade, que cerca de 150 adolescentes han sido diagnosticadas, no obstante, aclara que no han encontrado asociación con la vacuna.

Algunos de los diagnósticos son: ovarios poliquísticos, enfermedades de los riñones, mielitis transversa, lupus, von Willebrand, Guillain Barré, esclerosis múltiple, escoliosis, arritmia cardiaca, síndrome de desacondicionamiento físico, artritis reumatoide, neuritis óptica, síncopes, fibromialgia, genu valgo, síndrome de Marfan, metrorragia y cefalea.

Según el Ministerio de Salud, desde la inclusión de la vacuna hasta agosto de 2017 se suministraron 6’718.512 dosis en Colombia. Mónica León, representa judicialmente a casi 1000 afectadas por la vacuna contra el VPH a nivel nacional, dice que 6 menores de edad fallecieron a causa de las complicaciones de salud después de la inmunización.

Menores de edad que no presentaron síntomas

Una de las particularidades de este suceso es que los síntomas fueron reportados por jóvenes que estudiaban en colegios públicos, a diferencia de los privados, en donde los casos fueron casi nulos. Así lo percibió la comunidad, como también el ex director del Instituto Nacional de Salud, Fernando De la Hoz.

Según el análisis que realizó el INS en 2014, de 17 colegios en los que se aplicó la vacuna solo tres colegios privados reportaron casos de adolescentes con diferentes dolencias: Colegio San Rafael, 3 niñas; Institución Educativa Parroquial Emma Cecilia Arnold, 11 niñas; Corporación Educativa Antonio Ricaurte, 8 niñas, y de colegios públicos; 469 niñas y 16 casos no mencionan el colegio.

Cabe indicar que las anteriores cifras no son el total de casos, debido a que el INS no analizó todos los del municipio. “No podemos decir que cubrimos el 100%, en estos estudios de campo casi nunca se logra eso, pero sí creo que logramos entrevistar el 80% de las niñas”, explica De la Hoz.

Paulina Romero, vive en la zona urbana del municipio, se graduó en el 2016 del Colegio San Rafael (privado), allí recibió dos dosis y no presentó síntomas secundarios y hasta la fecha vive una vida normal sin ninguna complicación de salud. Sin embargo, recuerda que en su colegio se presentaron algunos casos. “Sí sucedieron dos casos pero las niñas no estudiaban anteriormente ahí, sino que venían de otros colegios públicos, donde ya habían recibido una dosis al parecer”, cuenta Paulina.

Un aspecto que sí coincide entre los colegios públicos y privados, fue la falta de información y los permisos que no les pidieron a los padres de familia para vacunar a sus hijas.

María José Llano, también se graduó del Colegio San Rafael, recuerda que recibió las tres dosis, y no sintió dolor ni tuvo síntomas similares a los de las menores de edad que han presentado quebrantos de salud. María José vive al lado del colegio Gabriela Mistral (público), cuenta que de esa institución todavía sacan adolescentes desmayadas. Para María José, la comunidad y el Ministerio de Salud no es desconocido que la mayoría de casos sucedieron en colegios públicos y varios de estos están ubicados en la zona rural. “También de las veredas bajan bastantes niñas con ese problema”, agrega María José.

Katrina Tapia, cursa noveno grado en la Institución Altair Montemariano (privado), recibió las tres dosis y no sufrió las crisis, ni los síntomas. Indica que no se han presentado casos en su colegio.







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