Los pájaros y las escopetas

Por las montañas del sur del Tolima corren las aguas de los ríos que nacen en el páramo de Las Hermosas y en el Nevado del Huila, como el Saldaña, el Hereje, el Atá y el Cambrín. Después del 9 de abril de 1948, corrió también mucha sangre. La Violencia, la misma que distinguía entre el azul y el rojo, y llenó de fosas comunes todo el país, encontró en esta región un terruño en el que habitó durante seis décadas.

Los enfrentamientos entre campesinos liberales y la policía conservadora, o ‘chulavita’, como se le conocía, eran frecuentes. La historia oral, la que el rioblancuno Agapito Mosquera escuchaba de su madre, recuerda los ataques de ‘los chulos’ incluso desde 1948, justo después de que Gaitán fue asesinado.

Agapito Mosquera
Secretario de Educación, Cultura y Deporte de Rioblanco

Un grupo de 300 familias liberales de Rioblanco y sus alrededores llegaron en 1949 a la finca El Davis, propiedad de Gerardo Loaiza, un campesino que empezó a organizar la resistencia a las balas y machetes de los conservadores. En 1950 llegó Isauro Yosa, conocido como ‘Mayor Líster’, a la cabeza de otras 100 familias, de filiación comunista, quienes también estaban huyendo de la violencia en su contra. Pedro Antonio Marín, quien luego sería conocido con los alias de ‘Manuel Marulanda Vélez’ y ‘Tirofijo’, era primo de Gerardo Loaiza y llegó desde el Valle. Él también encontró refugio en este grupo de personas a las que luego comandaría para conformar las Farc.

La necesidad de resistir a los ataques conservadores hizo que los liberales y los comunistas llegaran a un acuerdo para protegerse entre sí y vivir en comunidad en la finca El Davis. De este acuerdo surgió el Estado Mayor Unificado del Sur, que tenía representantes de ambos sectores, y se crearon los primeros grupos de autodefensas campesinas, tanto liberales como comunistas, que se armaron con lo que pudieron para enfrentarse al enemigo. La primera artillería eran rejos, escopetas de fisto y machetes.

A pesar de que estos grupos se unieron para defenderse de los ataques conservadores, la mayoría de quienes se asentaron en El Davis eran familias enteras. Los combatientes eran una minoría y su misión era proteger a esas familias que habían abandonado sus veredas buscando refugio, como lo recuerda Graciela Másmela, quien toda su vida ha vivido en La Llaneta, la vereda en donde se ubicaba el campamento de El Davis.

Graciela Másmela
Habitante de La Llaneta

Antes del ataque del Ejército a El Davis, en 1952, los grupos que conformaban la resistencia estaban profundamente distanciados. Las diferencias ideológicas entre los liberales y los comunistas no facilitaban la convivencia y el campamento se dividió en dos, como lo señala Alfredo Molano en su libro “A lomo de mula”. Por un lado, el grupo comandado por Gerardo Loaiza y Jesús María Oviedo, ‘Mariachi’, se trataba de hacendados propietarios de fincas; mientras que, por el otro, quienes llegaron con el ‘Mayor Líster’ eran campesinos sin tierra, jornaleros y recolectores de café, influenciados por la ideología comunista. Mientras que, para los liberales era el individualismo la filosofía que había que defender, los comunistas le apuntaban al colectivismo.

Pedro Antonio Marín, quien luego sería el máximo comandante de las Farc, se fue con los comunistas.

Así quedó zanjada la división entre los ‘limpios’, es decir, los liberales, y los ‘comunes’, el grupo de los comunistas. Pedro Antonio Marín, quien luego sería el máximo comandante de las Farc, se fue con los comunistas, que estaban liderados por el ‘Mayor Líster’ y por Jacobo Prías Alape, alias ‘Charro Negro’.

La historia de los primeros grupos de autodefensas liberales y comunistas es bien conocida en la zona rural de Rioblanco. Los lazos familiares, tan presentes en la conformación de estas estructuras, han hecho que la narración oral mantenga viva esta historia. Dos de las hermanas de Arancelio Guerrero vivieron en El Davis y le contaron cómo funcionaban las cosas en el campamento.

Arancelio Guerrero
Habitante de Herrera

El Davis estaba cercado. Los conservadores habían logrado impedir el tránsito de alimentos en la zona de liberales y comunistas, lo que no representaba mayor problema porque los campesinos de la finca cultivaban sus propios alimentos y tenían animales para matar. Pero la tierra no da sal, así que durante meses, incluso años, comieron “simple”. Bernardina Murcia recuerda que su esposo recibió permiso de los conservadores para salir a buscar sal, porque en la zona no había “ni una gota”. “Castillo, mi esposo, trajo bultos en varias mulas y esa guerrilla estaba contenta porque llevan meses comiendo simple”, contó Bernardina.

Adiós a El Davis

Cuando el general Rojas Pinilla llegó al poder en 1953 utilizó la división entre ‘limpios’ y ‘comunes’ para atacar a la guerrilla comunista. La ‘pacificación’ propuesta por Rojas fue acogida por quienes habían empuñado las armas como guerrillas liberales, como Gerardo Loaiza y Leopoldo García, ‘Peligro’, quienes se desmovilizaron en Rioblanco a través de una amnistía otorgada por decreto en 1954.

El nuevo gobierno se apoyó de los liberales ‘limpios’ para combatir a los comunistas, ofreciéndoles una recompensa por cada líder comunista asesinado. Mientras que Loaiza y los demás liberales entregaban las armas y se convertían en colaboradores del Ejército, los ‘comunes’ se fueron de El Davis y organizaron su resistencia entre Planadas y Riochiquito, Cauca.

Agapito Mosquera
Secretario de Educación, Cultura y Deporte de Rioblanco

La información recogida en la región por el Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH) señala que alias ‘Mariachi’, quien en un principio hizo parte del grupo de los comunistas y luego pasó a comandar, junto a Loaiza, a los ‘limpios’, sería sucedido años después por Ernesto Caleño, conocido como ‘Canario’, en el grupo de ‘limpios’. ‘Tirofijo’ y ‘Canario’ eran amigos cuando ambos hacían parte de las guerrillas liberales. El hijo de ‘Canario’, y quien lleva su mismo nombre, Ernesto Caleño, recuerda que un grupo de liberales fue hasta el Valle a buscar a Marulanda para traerlo a El Davis. En ese grupo, afirma Caleño, estaba su padre. Cuando ‘Tirofijo’ se fue con los comunistas, esa amistad se volvió una guerra que dividió al sur del Tolima durante años.

Los ‘comunes’, luego de salir de El Davis, se dividieron en varios frentes. Uno de ellos se dirigió a la zona de Villarrica, al otro lado del valle del Magdalena, de donde fueron sacados tras un bombardeo del Ejército en 1955, luego de que Rojas Pinilla decretara la prohibición del comunismo internacional en Colombia.

Cuando el gobierno de Rojas terminó en 1957, como resultado del pacto entre liberales y conservadores que dio origen al Frente Nacional, el enemigo era el comunismo. Por eso, los grupos que surgieron de la desmovilización de las guerrillas liberales fueron convertidos en agentes al servicio del propósito de acabar con los grupos de filiación comunista.

“En los mitos de los pueblos se decía que ‘Canario’ no se moría antes de matar a ‘Tirofijo’, y que ‘Tirofijo’ no se moría antes de matar a ‘Canario’”.

Una persona conocida como ‘Ñato’, exfuncionario público del departamento del Tolima, le contó a investigadores del CNMH que el grupo comandado por ‘Canario’, los liberales ‘limpios’, se convirtió rápidamente en un grupo paramilitar luego de que adoptara la misión de combatir a la guerrilla de Marulanda. “En los mitos de los pueblos se decía que ‘Canario’ no se moría antes de matar a ‘Tirofijo’, y que ‘Tirofijo’ no se moría antes de matar a ‘Canario’”, contó.

En la región de Rioblanco, Planadas y Chaparral, el control sobre la población y el territorio, por parte de la guerrilla de las Farc, era generalizado e incluso absoluto en algunas zonas. Vereda La Llaneta, Rioblanco, Tolima.
Foto: Carol Sánchez.

Nacen las Farc

Por esa época, las columnas guerrilleras de filiación comunista que se habían dispersado por varios sitios de Tolima, Huila y Cauca empezaron a encontrarse en la vereda Gaitania, del municipio de Planadas. Allí, el movimiento guerrillero empezó a organizarse, en la zona que bautizaron como ‘Marquetalia’.

Después de que el Ejército emprendiera, con apoyo de Estados Unidos, la Operación Soberanía, un bombardeo e invasión de cerca de 16.000 efectivos del Ejército sobre Marquetalia, en mayo de 1964, los ‘comunes’ respondieron con la creación del Bloque Sur, desde Riochiquito, Cauca. Esta nueva organización pronto daría paso a la conformación de las Farc.

Agapito Mosquera
Secretario de Educación, Cultura y Deporte de Rioblanco

Como la operación no obtuvo los resultados esperados, acabar con todos los comunistas organizados en estos grupos, el gobierno de Guillermo León Valencia reforzó la estrategia de apoyar la creación de grupos de autodefensas anticomunistas en la región. Como lo narra el informe del CNMH sobre los grupos precursores al Bloque Tolima, el Ejército armó y entrenó a varias organizaciones de este tipo, una de las cuales se creó en la vereda La Lindosa, de Rioblanco.

“Si la familia tenía tres hijos, debía aportar dos para la autodefensa; si tenía dos, entrega un hijo; y si sólo tenía uno, ese hijo tenía que entrar dentro de la autodefensa”.

Un testimonio recogido por los investigadores del CNMH señala que un suboficial del Ejército les dijo a los habitantes de esa vereda que “si la familia tenía tres hijos, debía aportar dos para la autodefensa; si tenía dos, entrega un hijo; y si sólo tenía uno, ese hijo tenía que entrar dentro de la autodefensa”.

El epicentro de la presencia de las autodefensas anticomunistas en el sur del Tolima era Puerto Saldaña. Allí se ubicó el grupo comandado por ‘Canario’, aunque también hacía presencia en otras veredas como El Espejo y La Ocasión. Todos estos grupos estuvieron conformados por campesinos de la región que habían participado en la ‘guerra vieja’, la de la época de La Violencia, muchos de los cuales habitaron en El Davis, o por sus descendientes.

Los habitantes de las inspecciones de Policía pertenecientes al municipio de Rioblanco vivieron, durante muchos años, bajo el control de grupos armados al margen ilegal. Mientras que en Puerto Saldaña ese control lo ejercían los paramilitares, aquí, en Herrera, quien mandaba era la guerrilla.
Casco urbano de Herrera, Rioblanco, Tolima. Foto: Carol Sánchez.

Desde el cañón del río Atá

La información sobre lo que pasó en la región entre principios de los 70 y mediados de los 80 es escasa. En 1983, los grupos de autodefensas anticomunistas dieron un paso más hacia la organización militar. En una zona conocida como Dos Aguas, entre el río Atá y el Saldaña, se conformó el grupo Rojo Atá, que empezó a convocar a familias de campesinos que se sintieran agredidos por las Farc para que se armaran. De acuerdo con una sentencia del Tribunal Superior de Bogotá parte del proceso de Justicia y Paz contra John Fredy Rubio Sierra, el Rojo Atá llegó a tener en sus filas a 600 personas, entre combatientes y colaboradores, en las zonas rurales de Planadas, Ataco y Rioblanco, la retaguardia de las Farc.

El Rojo Atá se dividió en dos grupos, uno de los cuales estaba bajo el mando de ‘Canario’ y se ubicó en Puerto Saldaña.

Rubio Sierra, conocido como ‘Urabá’, quien participó de la creación de grupos de autodefensa en el sur del Tolima, dijo durante su versión libre de Justicia y Paz que el Rojo Atá se dividió en dos grupos, uno de los cuales estaba bajo el mando de ‘Canario’ y se ubicó en Puerto Saldaña. Otros postulados, excombatientes del Bloque Tolima, afirmaron durante su audiencia que no todos los que hicieron parte del Rojo Atá andaban uniformados, no tenían una estructura militar y estaban pobremente armados. Su fuente de financiación, dijeron, eran los cultivos de susbistencia de sus integrantes.

Guillermo Alfonso Jaramillo, quien fue gobernador del departamento a finales de los 80, le dijo a los investigadores del CNMH que a la región llegó un coronel del Ejército de apellido Torres, desde el Magdalena Medio. Este coronel, quien ya se encontraba en curso de ascenso a general, organizó reuniones con las comunidades de varios municipios para decirles que el Ejército no podía protegerlos a todos y que eran ellos mismos quienes tenían que hacerlo. La intervención de este coronel Torres llegó hasta afirmar que le daría armas a los grupos que desearan organizarse para enfrentar a la guerrilla, entre esos el Rojo Atá.

Contrario a lo que señalaron los postulados de Justicia y Paz que se desmovilizaron del Bloque Tolima, el CNMH habla de la posibilidad de que el Rojo Atá se financiara a través del negocio de la amapola, que en ese momento, a mediados de los 80, empezó a registrar un incremento que llevó a que en los 90 el Tolima fuera el departamento que concentraba la producción más elevada y tecnificada de amapola a nivel nacional.

El negocio del narcotráfico atrajo no solamente a los grupos paramilitares sino también a las Farc, que aunque habían hecho presencia históricamente en el sur del Tolima, se disputaba el control del territorio con grupos como el Rojo Atá. Así, la penetración de la financiación proveniente de cultivos ilícitos hizo que las estructuras de los grupos anticomunistas se modificara y se alejara cada vez más del concepto de autodefensas campesinas, dando paso a los fenómenos de paramilitarismo que llegaron después.

La presencia del Estado en Rioblanco variaba entre sus veredas. Aquí, en el casco urbano del municipio, hubo presencia casi permanente de la Policía y el Ejército. En otros lugares, como Puerto Saldaña, la Policía estuvo ausente por cerca de 17 años, desde la toma en abril del 2000 hasta marzo del 2017 . Casco urbano de Rioblanco.
Casco urbano de Rioblanco. Foto: Carol Sánchez.

Aprender a Convivir

Durante el gobierno de César Gaviria, entre 1990 y 1994, se creó un marco legal para que las autodefensas continuaran funcionando para detener el avance de las Farc, a través de lo que se conoció como Cooperativas de Seguridad Convivir, que vieron la luz con la expedición del Decreto - Ley 356 del 11 de febrero de 1994.

Ese decreto significó la formalización del apoyo estatal, pues empezaron a recibir armas de uso privativo de las fuerzas militares. El Rojo Atá se acogió a esta norma y se transformó en Convivir. Su zona de influencia siguió siendo el corregimiento de Puerto Saldaña, en Rioblanco, Bilbao y La Estrella, en Planadas, y Paujil, Santiago Pérez y Campohermoso, en Ataco. Estas son las mismas zonas que fueron controladas, en el pasado, por los liberales ‘limpios’.

Las armas con las que combatían los hombres comandados por ‘Canario’ eran, en un inicio, como lo recuerda Agapito, simplemente escopetas. Después de recibir nuevo armamento, este grupo empezó a cometer homicidios, causar desplazamientos y otras acciones violentas.

La llegada de las Convivir cambió la dinámica del conflicto. A partir de esta fecha, los grupos paramilitares se hicieron con el protagonismo de las acciones armadas, no solo contra las Farc sino contra la población civil. El apoyo estatal se transformó en una política más agresiva de reclutamiento, como lo recuerda Leonardo Lozano, habitante de La Llaneta.

Leonardo Lozano
Habitante de La Llaneta

Dentro de la Casa Castaño

Un parágrafo dentro del artículo 39 del decreto que permitió la conformación de las Convivir fue declarado inexequible por la Corte Constitucional en 1997. Así, las Convivir perdieron el manto de legalidad con el que se armó y entrenó a los grupos paramilitares. Los hombres armados que vieron el ejercicio de su violencia declarado ilegal, buscaron apoyos fuera de la región.

‘Víctor’ le dijo a Castaño que el sur del Tolima era la cuna de la guerrilla y que su importancia era estratégica para ese grupo. Por eso, Castaño acogió a los hombres del sur del Tolima bajo la sombrilla de su aparato paramilitar.

En 1999, Gustavo Avilés González, conocido como ‘Zorro’ o ‘Víctor’, viajó a Urabá a establecer contacto con Carlos Castaño, según pudo establecer el Tribunal Superior de Bogotá en la sentencia condenatoria del Bloque Tolima. Una vez allí, ‘Víctor’ le dijo a Castaño que el sur del Tolima era la cuna de la guerrilla y que su importancia era estratégica para ese grupo. Por eso, Castaño acogió a los hombres del sur del Tolima bajo la sombrilla de su aparato paramilitar. 35 personas que estaban bajo el mando de ‘Víctor’ y de ‘Canario’ fueron hasta la región de Urabá a la escuela de La Acuarela, donde fueron entrenados por el jefe de las Autodefensas Unidas de Colombia.

Entre marzo y abril de ese año, los hombres entrenados en La Acuarela volvieron a la región y conformaron el Bloque Tolima, perteneciente a las Autodefensas Unidas de Colombia. Su eje de operaciones estuvo centrado en el corregimiento de Puerto Saldaña, en donde históricamente los grupos paramilitares habían hecho su retaguardia en el sur del Tolima.

La información recogida por el CNMH señala que el Bloque Tolima es responsable de al menos 789 casos individuales de desplazamiento forzado, 270 homicidios selectivos, aproximadamente 20 masacres y 188 personas desaparecidas de manera forzosa, entre 1998 y su desmovilización en el 2005. Esta estructura expandió su influencia a 33 de los 47 municipios del departamento.

Entre dos aguas

El control que ejercían los grupos armados en esta región se podía sentir en el territorio. Para ir a Herrera, un poblado ubicado a 35 km del casco urbano de Rioblanco, hay que pasar por la inspección de Puerto Saldaña. Casi toda la zona estaba bajo el control de la guerrilla, pero en el puerto, como le dicen en la zona a la inspección, los jefes eran otros. Los herrerunos preferían salir por la carretera que lleva a Planadas para evitar pasar por ahí, aunque eso significara varias horas más de viaje.

La distancia que hay entre Herrera y Rioblanco no se mide en kilómetros sino en padrenuestros.

Ni siquiera los funcionarios de la Alcaldía de Rioblanco pasaban por Puerto Saldaña sin temor. Los paramilitares hacían retenes sobre la carretera y, con demasiada frecuencia, acusaban a quien venía de Herrera o del casco urbano de ser espía de la guerrilla. Ahí mismo los asesinaban. La distancia que hay entre Herrera y Rioblanco no se mide en kilómetros sino en padrenuestros.

Uno de los comandantes paramilitares más temidos era ‘Terraspo’. Llegó desde Urabá luego de que el Bloque Tolima se conformara bajo la égida de las AUC y trajo consigo las estrategias para infundir terror que más se quedaron en la memoria de los habitantes de la región. Chénier Hernández, habitante de Herrera, recuerda que muchas personas que él conoció fueron asesinadas por órdenes de ‘Terraspo’, quien era conocido por usar una motosierra para descuartizar los cuerpos y lanzarlos al río Saldaña.

Chénier Hernández
Habitante de Herrera

Muchas personas que no lograban superar el retén de los paramilitares terminaba en las aguas del ‘el abuelo’, como le dicen al Saldaña. Un habitante de la región le contó al CNMH que cuando los hombres de ‘Terraspo’ amenazaban a alguien de asesinarlo y echarlo al río, le decían que lo iban a mandar a hablar con ‘el Abuelo’.

Cuando los hombres de ‘Terraspo’ amenazaban a alguien de asesinarlo y echarlo al río, le decían que lo iban a mandar a hablar con ‘el Abuelo’.

Arancelio Guerrero cuenta que volvió a ver a ‘Terraspo’ en el 2016 en el cementerio de Puerto Saldaña. El excomandante estaba acompañado de funcionarios de la Fiscalía para sacar unos cadáveres de sus tumbas para su reconocimiento, como parte de su proceso de Justicia y Paz. En la Alcaldía de Rioblanco, dice Arancelio, ‘Terraspo’ entregó las cédulas de sus víctimas a sus familiares, pues tenía por costumbre guardarlas cuando asesinaba a alguien.

Los paramilitares no eran los únicos. En la Vuelta del Buey, una curva que hay saliendo desde Puerto Saldaña hacia el sur, la guerrilla hacía su retén. Ahí también identificaban a quienes vinieran del Puerto y, acusación mediante, lo siguiente que había que hacer era identificar el cadáver. Vivir en uno u otro pueblo era llevar una marca en la frente que le servía al grupo contrario para apuntar sus balas.

Los conductores de la Cooperativa de Transportadores de Rioblanco, Cootransrío, recorren diariamente los caminos por donde los grupos armados hacían sus retenes y asesinaban personas acusándolas de colaboradores del enemigo.
Foto: Carol Sánchez.

Los guerrilleros habían disfrutado durante muchos años de un estado de excepción en el que ellos reemplazaban al Estado en casi todos los aspectos. Las Farc cobraba impuestos para la guerra, que se conocen como ‘vacunas’ y se trataban más bien de extorsiones, controlaban el ingreso de personas a la región a través de los retenes en la carretera, y llegaron incluso a reemplazar al aparato judicial.

Los comandantes de la guerrilla hacían procesos civiles como divorcios, separaciones de bienes, e incluso castigaban a los hombres que golpeaban a sus esposas. La rapidez con la que proferían sentencias, que a veces eran de muerte, superaba con creces a la capacidad de actuar de la justicia ordinaria.

“Todo el que tenía un problema de una deuda, de unos linderos de fincas, de un robo, de un asalto, era allá, en el juzgado 21 donde arreglaban eso”

“La gente empezó a llevar temas allá donde ellos, y ellos a resolver. Entonces ya el juzgado quedó sin oficio, quedó sin oficio el fiscal, quedó sin oficio el personero. Todo el que tenía un problema de una deuda, de unos linderos de fincas, de un robo, de un asalto, era allá, en el juzgado 21 donde arreglaban eso”, explica Agapito. El juzgado 21 atendía en la montaña, y el juez era el comandante del frente 21 de las Farc.

El control de Bloque Tolima de las AUC sobre Puerto Saldaña, una vereda en medio de una región históricamente bajo la influencia guerrillera, era para las Farc como tener una piedra en un zapato. Su incomodidad frente a la presencia de los paramilitares en la zona nunca fue sutil. En 1995, cuando el Rojo Atá había recién cambiado de piel y se conformó como Convivir, las Farc atacaron el Puerto, según lo pudo establecer el Tribunal Superior de Bogotá gracias a las versiones libres de los excombatientes del Bloque Tolima. Los intentos de las Farc para sacar a ‘Canario’ de la ribera del río Saldaña fueron múltiples durante esos años, pero eran fuertemente repelidos por las balas del Ejército que caían desde los helicópteros.

El nuevo milenio llegó con cambios en la zona. Las Farc estaban determinadas a sacar a los paramilitares de lo que consideraban su casa. El 1 de enero del 2000, de acuerdo con la información recolectada por el CNMH, la guerrilla atacó Puerto Saldaña. Este sería el primero de una serie de enfrentamientos que desterró de estas montañas a ‘Canario’ y sus amigos. Las escopetas, ahora fusiles en manos de los hombres de las Farc, sacaron a los pájaros, como a ‘Canario’, de Puerto Saldaña en abril del 2000, en medio de una violenta toma que dejó una veintena de muertos.

En esta región, hace tiempo que las escopetas no se han vuelto a ver. Las únicas armas que se adivinan en el pueblo son las que llevan los hombres vestidos de verde, patrulleros de la Policía o soldados del Ejército, que después de estar ausentes por mucho tiempo, hacen presencia de nuevo. De los pájaros, los chulos y los canarios no se volvió a saber nada.