“En medio de severas páginas en que se exaltan las figuras más nobles del claustro rosarista, aparece una que otra dedicada a contar las travesuras de los estudiantes, que no contentos con practicar los "juegos no molestos" prescritos por el fundador en sus constituciones, dábanse a la juerga con perjuicio muchas veces del prestigio del Colegio…”