Discurso pronunciado por el Presbítero José Alejandro Bermúdez en la fiesta de Nuestra Señora del Rosario, en donde habla de la incredulidad contra la religión cristiana como uno de los males modernos y de la fe como el medio para evitar esa incredulidad. El autor caracteriza la fe como la principal virtud de todo cristiano, ya que sin ella es imposible agradar a Dios.