Con la llegada del régimen de ultraderecha que se tomó a Chile en 1973, llegó un impacto terrible para el terreno de las artes en el país. Un periodo en el que las fuerzas de derecha le cobraron a la Nueva Canción Chilena su filiación política y el distanciamiento con la derecha, con la tortura y el asesinato a sangre fría del influyente Víctor Jara en el Estadio Chile, por manos de los militares y por orden directa de Pinochet. En el plano político y cultural, la censura fue cruenta hacia cualquier manifestación empática con el activismo social o las críticas a la Junta Militar en la música, las artes y demás tipos de expresión.
A la relación de este periodo con las expresiones artísticas se le llamó el “Apagón cultural”, una serie de políticas con dos objetivos demarcados por la dictadura: el primero, eliminar y censurar todo lo que fuera afín al marxismo como por ejemplo, la Nueva Canción Chilena, y el segundo, utilizar todos los recursos estatales para el fomento y el desarrollo de las artes en propaganda funcional a explicar el nuevo sistema económico-político-social cimentado sobre la idea del libre comercio. En medio de este panorama, el acoso y la detención de artistas asociados a la Nueva Canción Chilena se convirtió en la constante. El hijo de Violeta Parra, Ángel Parra, fue retenido en el Estadio Nacional y torturado, lo que lo obligó a exiliarse después de su liberación. Algo parecido les sucedió a grupos como Inti Illimani o Quilapayún que vivieron el Golpe de Estado mientras giraban por Europa y no pudieron volver al país por miedo a ser asesinados. La dictadura se encargó de borrar a la Nueva Canción Chilena desde el mismo día que se tomó el poder en Chile y esas prácticas represivas seguirían hasta los ochenta, con la llegada del Nuevo Pop Chileno y la consolidación del Canto Nuevo.
Pero a diferencia de la Nueva Canción Chilena y su más directo predecesor, el Canto Nuevo, que eran vistos bajo los ojos del régimen como expresiones artísticas que iban en contravía de sus intereses, el Nuevo Pop Chileno, por su carácter internacional y por momentos hedonista, no parecía una amenaza. De hecho, la intención de los grandes representantes del género durante los ochenta como Los Prisioneros o Aparato Raro, era la de pegar de manera masiva por medio de conciertos y apariciones en medios de comunicación de difusión nacional. Esto, por supuesto, hizo que estuvieran dispuestos a pagar el precio de la censura, por canciones de su autoría que directamente criticaban la situación social que vivía Chile en ese entonces. Desde el lado del punk y de los Pinochet Boys, el tema de la censura fue mucho más fuerte debido a que, si bien también estuvieron enmarcados dentro del movimiento del Nuevo Pop Chileno, nunca pudieron entrar en el mainstream. Una diferencia que nos explica por qué pudo haber una censura y actos violentos por parte del gobierno mucho más directos y sistemáticos contra ellos y el pequeño movimiento de nicho que llevaban detrás.