Ser jóven en la Chile de Pinochet

Juventud en dictadura



La juventud chilena se caracterizó durante todo el siglo XX por su afán de cambio, el cual se tradujo en la participación de miles de jóvenes (estudiantes y no estudiantes), en varias iniciativas que pretendían cambiar, o hacer parte de una transformación de la sociedad a la que pertenecían. Es por ello que no sólo hicieron parte activa de distintos escenarios políticos que surgieron durante las primeras décadas del siglo, sino que también fueron parte de la creación de nuevas asociaciones políticas, algunas de las cuales derivaron de los partidos políticos de la época.

Para las Naciones Unidas, los jóvenes son las personas con edades comprendidas entre los 15 y los 24 años de edad. Pero para entender mejor este arquetipo, es necesario remontarse a mediados del siglo XX cuando después de la II Guerra Mundial y con la aparición del rock, las fuentes de Soda y otros elementos representativos de una ruptura generacional, la juventud se convirtió en una fase media diferenciada entre la niñez y la adultez. A partir de esto se formó el arquetipo del joven andrógino que traía con él la esperanza de un futuro mejor, se oponía al orden establecido y se expresaba en un mundo con semejantes de su misma edad e inquietudes. Por lo tanto, la juventud chilena ejemplifica una confrontación generacional contra una autoridad represiva enmarcada en un momento en el cual las oportunidades laborales y académicas, como de libertad de expresión, se encontraban en picada gracias al modelo político y de desarrollo industrial implantado por la dictadura en 1973.

Desde el principio del régimen de Pinochet, los medios de expresión cultural que los jóvenes habían organizado desde mediados de los cincuenta, sufrieron un revés abrupto. Esto se ejemplifica con la circular 2,138 de 1973 en la que el régimen militar obligó a las compañías fonográficas a suspender la fabricación de discos de artistas como Víctor Jara, Violeta Parra y Quilapayún, y de remover del catálogo y de las tiendas discográficas todo el material de la Nueva Canción Chilena. Todo esto venía de las famosas “listas negras” que eran alimentadas en juntas militares donde decidían cuáles productos culturales debían ser censurados del mercado.

De repente, las culturas juveniles que se habían formado alrededor de la música folklórica, la moda, la educación, una sexualidad más abierta y hasta la manera de llevar el cabello y la barba, fueron restringidas por el régimen que, por medio del miedo y la sanción policial, acabó de manera parcial con la juventudes políticas revolucionarias, los beats y los hippies. De ahí, que entre 1973 y 1984 el régimen creara la Secretaría Nacional de Juventud (SNJ) con el fin de que desde las escuelas y los hogares, los jóvenes fueran adoctrinados para seguir los predicados del gobierno basados en el cristianismo y el nacionalismo.

Las universidades chilenas se encontraban bajo tal control social que incluso militares fueron nominados como rectores. Intelectuales y académicos tuvieron que convivir con las distintas decisiones por parte de estos sin lugar para el debate, y los jóvenes profesionales no tenían espacios para la docencia o la investigación.

Esta lucha generacional se vio reflejada en Los Prisioneros desde sus primeras grabaciones. En la que se vio de manera más explícita fue en “La voz de los 80”, incluída en su álbum debut que llevó ese mismo nombre y en la cual hicieron todo un llamado a su generación para que se convirtieran en actores de cambio dentro del contexto dictatorial y represivo que vivían.

Sangre latina necesita el mundo,
Roja furiosa y adolescente
Sangre latina necesita el planeta
Adiós barreras! Adiós setentas!
Ya viene la fuerza la voz de los ochenta
En plena edad del plástico
Seremos fuerza, seremos cambio
No te conformes con mirar
En los ochenta tu rol es estelar
Tienes la fuerza eres actor principal
De las entrañas de nuestras ciudades
Surge la piel que vestir al mundo
Ya viene la fuerza la voz de los ochenta

Fragmento de “La voz de los 80” de Los Prisioneros (1984)

Por su parte, Aparato Raro, utilizó el new wave y la música basada en programaciones para expresar su disconformidad con lo que estaba sucediendo en Chile. De una manera directa y por momentos cruda, se expresaron por medio de canciones que así funcionaran para la disco, tenían un mensaje profundo detrás.

“Yo no me trago más tus verdades
tus morales y tu tradición.
Si el mundo de hoy es tu legado
yo no quiero ser tu empleado.
No quiero estar en tu sucia guerra
ni militar ni militante”.

Fragmento de Dulce Decepción de Aparato Raro (1985)

En esta letra extraída de su primer disco se nota como ellos también expresaron su rechazo hacia la tradición de las generaciones mayores y la militancia política y la violencia durante la dictadura. Según explica Rodríguez, la idea era que la banda fuese una mezcla entre “algo moderno, movido y con humor, pero dejando un mensaje para quien quisiera tomarlo, más allá que esperábamos el éxito a corto plazo como meta”. La idea era echar mano del humor para ir metiendo al mismo tiempo letras contestatarias y de denuncia en sus canciones, pasando a hacer una crítica de fondo y no “una mera inconformidad adolescente”, como le llama el líder del grupo.

Con los Pinochet Boys y en medio de un panorama represivo brutal, Conejeros y su grupo fueron el rostro más visible de toda una masa de jóvenes que, si bien detestaban a los que estaban en el poder, en vez de querer manifestarse políticamente tenían la intención de enfiestarse y burlarse de su posición, obviar la dictadura y la represión festejando y sin darle mayor importancia al asunto. A su manera, con temas sencillos y rápidos, manifestaban “una forma de resistencia y de contingencia fuerte con mucha valentía, con un par de huevos. Desde luego era un grito contra lo establecido bastante ruidoso”, como explica Conejeros.

“Esto es Pinochet, Pinochet Boys
Esto es Pinochet, Pinochet Boys
Dictadura musical, nadie puede parar de bailar,
Música del general, música del general
¡Hijo de puta!”

Fragmento de “La música del general” Los Pinochet Boys (1984)

Fue así como, pese a todo, la juventud chilena funcionó como eje importante durante el proceso para articular la cultura y la sociedad después del Golpe de Estado de 1973. Algo que también estuvo presente en otros escenarios, por ejemplo, el del movimiento de juventud popular que emergió en los años 80, como resultado de varios procesos de transición social que atravesó la sociedad. Todas estas acciones juveniles apuntaban a una reconstrucción del tejido social y político en contexto de dictadura.



El modelo neoliberal vs. la juventud de clase media



Los artistas del Nuevo Pop Chileno integraron una generación que creció en dictadura y en cabeza de Los Prisioneros expusieron una posición en contra de los atropellos, de la coerción al libre pensamiento y de la marcada desigualdad social que se acrecentó a raíz del modelo neoliberal implementado por el régimen. Una desigualdad que tuvo que ver con la política de ajuste de 1983 que se dio por la crisis de la deuda externa del país y que tuvo como primer objetivo hacer competitiva a la economía a través de la baja de precios y salarios. Para hacerlo, se contrajo el gasto público (sobre todo en gasto social y pensiones) y todo el peso recayó sobre las clases medias y bajas que llegaron a un máximo de 23% de desempleo durante ese año. Los salarios también cayeron en un 20% durante los ochenta y se notó el deterioro en las condiciones laborales de la clase popular, como también hubo recortes en la educación y la salud pública, mientras que el sector privado contó con mayores recursos para ahorro e inversión.

Frente a esta realidad, Los Prisioneros denunciaban un estado de “Falso bienestar”, una idea con la que se quería dar cuenta que mucha parte de la población, distraída por los avances en materia económica en el país por medio de la incentivación de la industria privada, olvidaba que la represión sociocultural sucedía todos los días y de una manera sistemática. Y es que a pesar de que debido lo hermético del régimen es muy complicado encontrar cifras concretas sobre ataques a la libertad de expresión y de amenazas y amedrentamientos a dirigentes sociales y activistas de derechos humanos, se estiman unas 554 en 1984, 430 durante 1985 y 559 en 1986.

Por eso Los Prisioneros en canciones como “Muevan las industrias” o “Lo estamos pasando muy bien”, enmarcaron con ironía su descontento con este sistema neoliberal que le permitía a las personas de clase media-alta y alta darse lujos materiales sin importar que el país estuviera sumido en una crisis de represión que afectaba directamente a sectores vulnerables. Pretendían, así, dar cuenta de que la promesa de prosperidad del régimen era realmente una política para unos pocos e implementada para beneficiar a los intereses privados, en muchos casos de empresas extranjeras que llegaban a explotar el capital chileno.

“Como puedes ver las vitrinas están llenas
De cosas que comprar
En sus autos la gente va feliz a trabajar
No hay problemas... ni necesidad...
Este lugar es ideal... (Para vivir, lo mejor)
Todos tenemos mucho dinero para gastar
Compramos en el Parque Arauco y en el Almac
Nada es muy caro si se trata de nuestra...
Felicidad…”

Fragmento de “Lo estamos pasando muy bien” de Los Prisioneros (1987)

Una situación que explotó por primera vez con las jornadas de protesta de 1983, donde con una convocatoria sin igual y en medio de fuertes enfrentamientos entre las fuerzas militares y los sectores obreros, se evidenció que existía un problema de fondo palpable. Un año antes había pegado la primera crisis económica durante el régimen de Pinochet debido a este problema de clases y con las regulaciones pragmáticas impuestas por el gobierno que promovían la recuperación del crecimiento económico.

De cualquier forma, es innegable que la dictadura fue importante para la modernización en Chile pero a la vez, las cifras demuestran que no todo fue tan perfecto: el crecimiento económico del régimen neoliberal de Pinochet, entre 1973 y 1989, promedió sólo 2,9% anual, la pobreza marcó 45% y la distribución del ingreso se deterioró notablemente. Prueba de esto es que en 1987 se estima que el índice Gini fue de 56,20% y durante el periodo de transición de dictadura a democracia en 1990 estaba en 57,20%

Ver cifras del Banco Mundial

A toda esta sensación de falso bienestar mencionada anteriormente, se le sumó el descontento de una gran parte de la juventud chilena por la dificultad para acceder a la educación superior. La educación universitaria en Chile fue gratuita hasta 1981, cuando la dictadura de Augusto Pinochet simplificó los requisitos para la creación de universidades privadas, que pasaron de seis a cuarenta y que en un esquema de mercado tenían libertad para fijar el valor de sus matrículas. Al mismo tiempo, se redujo el aporte estatal a las universidades públicas ya existentes, que también comenzaron a cobrar aranceles como una manera de mantenerse a flote.

Además del ámbito meramente económico y adquisitivo, esta idea de la falta de oportunidades e incertidumbre del futuro estaba directamente ligada con las instituciones educativas las cuales, en muchos casos, excluían a las clases populares. A raíz de esto, muchos adolescentes que terminaban el liceo, no contaban con la opción de llegar a la educación superior y especializarse por los altos costos de las universidades, convirtiéndose en una clase de “los que sobran”, una temática recurrente en el disco de Pateando Piedras (1986) de Los Prisioneros.

“Nos dijeron cuando chicos
Jueguen a estudiar
Los hombres son hermanos y juntos deben trabajar
Oías los consejos
Los ojos en el profesor
Había tanto sol
Sobre las cabezas
Y no fue tan verdad, porque esos juegos al final
Terminaron para otros con laureles y futuro
Y dejaron a mis amigos pateando piedras”

Fragmento de “El baile de los que sobran” de Los Prisioneros (1986)

Finalmente, toda esta crítica y descontento se podría resumir en los efectos de un sistema impulsado desde la llegada de la junta militar, la cual con unos ideales opuestos al modelo socialista de Allende con miras a una igualdad social, incentivó el crecimiento de la industria privada y la sociedad de consumo, dejando de lado a una clase popular grande cuyas oportunidades se empezaron a ver truncadas.

También podemos identificar referentes a este panorama de pesimismo en canciones como “Post Mortem” de Aparato Raro.

“Este es mi mundo este es mi país
Esta es la niebla en la que yo nací
Este es mi mundo esta es mi ciudad
Todos han muerto pero ella está”

Fragmento de “Post Mortem” de Aparato Raro (1986)

Es importante decir que estas expresiones que criticaban a la dictadura y al modelo de vida impuesto a los chilenos dentro de la música siempre fueron referenciadas de manera irónica, metafórica o sin ser demasiado obvias en sus pronunciamientos. Fue una de las estrategias del Nuevo Pop Chileno para evitar la censura a la que se encontraban sometidos por parte del gobierno.

Este malestar por parte del Nuevo Pop Chileno hacia el modelo económico neoliberal de la dictadura de Pinochet y su manera de expresarlo en canciones, finalmente es otra muestra del carácter contracultural que manifestaba el movimiento frente a un modelo de vida. Esto debido a que daba cuenta que no solo se manifestaba en contra de la cultura predominante en Chile sino también de la manera en la que la economía impuesta por el régimen incidía en ella.