Con el Canto Nuevo consolidado como un movimiento artístico, a principios de la década y con la aparición de Los Prisioneros aún bajo el nombre de Los Vinchukas, se empezó a moldear la idea de “Ni militares ni militantes”. Era su manera de expresar que, como artistas, no hacían parte del régimen, pero tampoco se inscribían dentro de los intentos de oposición política que venían desde el Partido Socialista, el Partido Comunista, la Izquierda Cristiana, el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) o el movimiento guerrillero Frente Patriótico Manuel Rodríguez (FPMR). Lo anterior no significaba que dejaran de lanzar mensajes acerca de la represión, las desigualdades sociales y la violencia impuesta por el régimen.
Esto quedó plasmado en canciones como “El extremista”, dedicada a esa no representación que pregonaba la banda.
“Mucha gente decía que yo era un socialista
mientras otros decían que era comunista
pero nadie sabía que yo era un extremista
y mataba todo aquel que se me pusiera a la vista”
Fragmento de “El extremista” de Los Vinchukas (1982) MÚSICA
Se trató de desmarcarse de una guerra que se libró en las calles pero que también, de manera pasiva, tenía lugar en las universidades cuando grupos de Canto Nuevo liderados por jóvenes activistas conocidos como “artesas” o “lanas” decían resistir contra el régimen cantando canciones de amor y recitando poesía en los campus, en una especie de espacio controlado en donde no se veían como peligrosos para el régimen. “Eran músicos universitarios que hacían canciones que estaban bonitas pero que no tenían mucho eco ni respuesta en la audiencia general. No sonaba en la radio y su público normalmente estaba muy politizado”, comenta Narea. Incluso en abril de 1986, Jorge González llegó a acusarlos de inofensivos: “Claro, hay mucha gente que protesta contra este sistema pero lo hace de una forma tan poética, que en realidad ni se nota la protesta. Uno no sabe si lo que quieren es lucir sus instrumentos o su virtuosismo como poetas o si quieren acaso acusar algo”.
Entrevista de La Bicicleta a Jorge González (1986)
La llegada de videoclips de bandas inglesas y americanas a partir de 1981, generó no sólo un cambio estético por parte de una facción de la juventud que pasó de vestir bolsos mapuches a llevar pintas más extravagantes influenciadas por lo que veían en la televisión sino que además, fue clave para un desmarcamiento político absoluto entre el Nuevo Pop Chileno con el Canto Nuevo. Entre los que estaban en contra del Canto Nuevo, se encontraban los Pinochet Boys: “No nos veíamosidentificados con esas metáforas tan floreadas o rebuscadas. Queríamos transmitir y comunicar un mensaje mucho más directo, mucho más sin florituras aunque duela al hueso”, comenta Miguel Conejeros.
Video de The Clash para “London Calling” (1979)
Durante 1986, en una entrevista a La Bicicleta, Ígor hacía críticas al estilo “totalmente americanizado” de las bandas argentinas como Soda Stereo, defendía a Jorge González como el creador del movimiento y aseguraba que de ninguna manera esperaba que sus canciones fueran a desembocar en una revolución, a pesar de que el mensaje crítico del movimiento fuera tan directo. “En el caso chileno, creo que ninguna canción a excepción de los jingles comerciales ha promovido ningún cambio social importante”, afirma Rodríguez.
En ese contexto, estos géneros extranjeros se establecieron como una manera alternativa a la identidad del Canto Nuevo para ser contestatario y jóven desde otra orilla. Gracias a esta música y su significado estético y sonoro, se pudo crear una nueva identidad discrepante no solo hacia la cultura oficial militarista sino también, a la cultura oficial militante del Canto Nuevo. Como explica Ígor Rodríguez de Aparato Raro, “la crítica era que el canto nuevo no ofrecía soluciones en sus propuestas, solo denuncias veladas y autocensuradas. Me parecían finalmente hippies nostálgicos y plañideros sin mirada post Pinochet”.
De cualquier manera, es importante remarcar que a pesar de que el Nuevo Pop Chileno adoptó el sonido de bandas extranjeras para estar a la vanguardia dentro de Chile, este no solo lo adaptó a su contexto de dictadura sino también a su propia identidad como jóvenes latinoamericanos. Un sentimiento continental y generacional que Los Prisioneros expresaron bien en “¿Por qué no se van?” (1986) donde critican la obsesión de algunos con la cultura extranjera, en “Latinoamérica es un pueblo al sur de Estados Unidos” (1986) en el que hablan de los abusos de los estadounidenses hacia Latinoamérica y en “We Are Sudamerican Rockers”, tema incluído en su disco de 1987 La Cultura de la Basura.
“South american rockers
South american ilusos
Sin mujeres sin millones ni cadillac
Lo hacemos perfecto lo hacemos fantástico
Y sentimos envidia de los rockers de verdad...
¡sin ninguna vergüenza!”
Fragmento de “We Are Sudamerican Rockers” de Los Prisioneros (1987)
Ahora, para ilustrar desde los productos artísticos la crítica desde el Nuevo Pop Chileno al Canto Nuevo, es clave “Nunca quedas mal con nadie” (1984) de Los Prisioneros. Un tema que en el momento, se convirtió en toda una especie de himno sobre este antagonismo.
“Dime... tú te crees que protestas
Dime... me aseguras que protestas
Dime... tú te crees un rebelde o algo así
Oye... tú te quejas de la polución
Hablas... sobre la automatización
Dime... tú te crees un juglar moderno o algo así
Defiendes a la humanidad
Lloras porque el mundo está muy mal
Criticas a la sociedad
Dices tú que todo debería cambiar
En el escenario folklorizas tu voz,
Muera la ciudad y su contaminación
Con tus lindas melodías,
Y romántica simpatía,
Nunca quedas mal con nadie”.
Fragmento de “Nunca quedas mal con nadie” de Los Prisioneros (1984)
De nuevo, esas acusaciones de González y su movimiento hacia el Canto Nuevo de “metafóricos”, “imbéciles”, “complicados”, “snobs” o “intentos fallidos de revolucionarios” quedaron en la música. Realmente fue uno de los caballitos de lucha del Nuevo Pop Chileno, poder desmarcarse de la música folclórica que para muchos, parecía el único camino “válido” para las nuevas expresiones musicales en ese entonces.
Esa parte de la juventud, que comenzó a rechazar el Canto Nuevo, no solo lo veía como una opción militante gastada sino un tipo de antigüedad musical que no permitía influencias de las bandas que les volaban la cabeza cada vez que aparecían en VHS y programas de televisión. Fue una división demasiado marcada y básicamente había que elegir entre ser “rockero” o ser “lana” y el primero, influenciado por las modas de ese entonces, abría las posibilidades de ver a Chile más allá de los ojos de Pinochet o de los que lo detestaban. Permitía ponerse en ánimos de fiesta y de bailar, de disfrutar de un país que nunca habían conocido porque desde pequeños estuvieron en dictadura.
Así fue como el Nuevo Pop Chileno se convirtió en un símbolo de resistencia contra el poder pero también contra un sector de sus pares generacionales. Un símbolo tan importante que trascendía la música y planteaba tácitamente un Chile sin represión, sin muertes y sin dictadura, que no se quedaba en el pesimismo del “No Futuro” planteado por el punk inglés en los setenta y que por ejemplo, en el caso de Los Pinochet Boys, tenía una mirada de un futuro distinto y en ocasiones mejor, uno en el cual se valía pasarla bien y ser joven sin pensar demasiado en la realidad.
Aunque se podría pensar que esta ruptura entre contraculturas no tuvo alguna incidencia en cambios estructurales reales sobre el sistema represivo del momento o en desplazar del todo al movimiento del Canto Nuevo y sus intérpretes, sí fue clave para configurar resistencias desde el cuerpo y desde el actuar. Significaba poder controvertir sobre lo que estaba “socialmente permitido” para un joven, incluso bajo la mirada moldeada por la dictadura de los llamados “lanas” del Canto Nuevo, convirtiéndose así en agentes realmente transgresores en tiempos de dictadura frente a la disputa política y cultural chilena.
Es muy importante aclarar que entre ambos movimientos, existía una brecha de edad de unos 10 años. Mientras que los mayores exponentes del Canto Nuevo como Santiago del Nuevo Extremo, Gatti o Congreso rondaban los 30 años, vivieron el Golpe de Estado en el ‘73 en carne propia (lo cual obligó a varios de ellos a exiliarse en Europa) y crecieron escuchando a Violeta Parra o Silvio Rodríguez; los del Nuevo Pop Chileno estaban entre los 19 y los 15 años, no conocían un mundo sin dictadura y crecieron escuchando música anglosajona que no necesariamente les hablaba sobre temas sociales o represión estatal.
Por eso, en entrevistas como ‘Queremos ser la voz de los 80’ publicada en La Bicicleta en julio de 1985, Jorge González de Los Prisioneros hacía énfasis en que la música folclórica no los representa ni como jóvenes ni como movimiento: “¿Qué es lo que uno escucha en la radio? El rock pop. El folclor no lo habíamos escuchado nunca; el canto nuevo menos”. Y además, cuando le preguntan por las “tradiciones musicales” se cuestionaba: “¿Dónde se escuchan esas tradiciones? ¿Dónde están? ¿Son realmente el sentimiento del pueblo o son lo que nosotros quisiéramos que fuera el sentimiento del pueblo? ¿Son la identidad chilena o lo que debería ser la identidad chilena?”.
De manera parecida, cuando entrevistaron a Ígor Rodríguez de Aparato Raro para La Bicicleta en mayo de 1986, también se expresó sobre el Canto Nuevo como algo desactualizado y desconectado de una realidad latente: “Esa música y la gente que la hace es antigua, están en otra parada y creo que no identifican mucho a la gente joven”. Y para referirse al tema político en el Canto Nuevo, dice: “Tenían esa onda nostálgica, mirando para atrás, mucho en la onda política que no es una actitud muy constructiva y tampoco pienso que tenga mucho que decir dentro de unos años más”.
Una canción que le dedica una línea al Canto Nuevo es “Calibraciones” (1985), el gran éxito de Aparato Raro.
“Se acabó el tiempo de los lindos ideales
No hay más que ver a esos tontos intelectuales
O te preparas a morir en las trincheras
O esperas en tu cuarto la tercera guerra”
Fragmento de “Calibraciones” de Aparato Raro (1985)
La canción confrontaba directamente ese sentido idealista del Canto Nuevo pero a la vez es algo paradójica debido a que habla de tomar acción aunque el Nuevo Pop Chileno nunca se caracterizó por llevarlo a un plano más allá del lírico en medio de sus canciones. Como sea, podríamos decir que el Nuevo Pop Chileno fue en su momento una alternativa de resistencia para los jóvenes tanto hacia lo oficial como a lo opositor, la contracultura de otra contracultura y una especie de intento de configurar una realidad en la que por algunas canciones o recitales, era posible no existir en dictadura.
Durante 1985 y con el auge de ambos movimientos en uno de sus momentos más álgidos, La Bicicleta organizó una charla entre representantes de cada lado para que discutieran acerca de sus profundas diferencias. Entre los que sentaron ese día en la mesa estuvieron personajes como Jorge González, Ígor Rodríguez, Daniel Puente de Los Pinochet Boys, Carlos Fonseca y artistas de la otra orilla como Amaro Labra del dueto Sol y Lluvia, Payo Grondona y Amaro Labra.
Una conversación en la que se habló sobre los orígenes de cada uno, sus posturas políticas, la entrada del pop en la música popular chilena y los conceptos de cultura y divertimento de cada lado.