Venta ambulante del recurso hídrico

Foto: Los envases de agua son distribuidos diariamente a algunas zonas de las isla.

La venta ambulante de agua a domicilio o en puntos de recogida es común en muchos lugares del mundo en los que la ausencia de infraestructuras o la misma ubicación geográfica limitan el acceso a cantidades suficientes de agua para consumo. Los vendedores ambulantes utilizan diversos medios para transportar el agua que venden directamente al consumidor, desde camiones cisterna a carros o carretillas.

En Colombia, los hogares de áreas rurales que no cuentan con sistemas adecuados de abastecimiento o tratamiento de aguas deben recurrir a algunas alternativas que les implican mayores gastos económicos, los cuales no garatizan la calidad del servicio y generan un potencial riesgo para la salud, especialmente, de los niños y adultos mayores. La compra del líquido reenvasado más de una vez puede adquirir materiales o agentes patógenos como virus, bacterias y parásitos, que posteriormente causan enfermedades en la comunidad. Según la OMS, las enfermedades diarreicas ocasionadas por la ingesta de agua insegura y la falta de saneamiento adecuado son la segunda causa de mortalidad infantil, con una cifra de 315 mil vidas infantiles cada año.

Sin duda, frente a la gestión del recurso, hay quienes tienen un interés por la ganancia económica y otros que son ajenos a estas lógicas de mercado y solo buscan realizar una labor social y comunitaria para abastecer de agua a su pueblo.

El agua, un negocio familiar

Es sábado en la mañana, el ambiente es fresco porque aún no sale el sol. Apenas y se puede ver a Tierra Bomba desde la orilla de la playa, en el embarcadero del Hospital de Bocagrande. Es necesario apretar un poco lo ojos para poder ver la isla que está a 1.5 kilómetros de Cartagena. Desde este lugar se puede tomar una lancha para llegar hasta el caserío de Tierra Bomba por un precio de dos mil pesos. Los lancheros persiguen a las personas preguntando si se dirigen hacia la isla.

-Hey, ¿va pa Tierrra Bomba o pa Punta Arenas?

Esta pregunta es lo único que se escucha en el momento de entrar en inmediaciones al Hospital. Los lancheros esperan a llenar todo el cupo de la embarcación para marchar hacia la isla, pues no están dispuestos a gastar gasolina en vano. Son aproximadamente 10 minutos los que se demora la lancha en cruzar el mar, eso depende de las condiciones climáticas y por supuesto del tipo de motor que dispongan.

Es necesario apagar el motor de la lancha unos cuantos metros antes de pisar tierra firme para poder voltearla y finalmente ubicarla en la playa. Las mujeres que vienen en la embarcación se apoyan de la mano de los lancheros para poder bajar. Son pocas las personas que están fuera de sus hogares, la isla parece desolada. No hay niños corriendo por la calles, ni ancianos debajo de un árbol para resguardarse del sol y las altas temperaturas.

Foto: Las mujeres cargan en sus cabezas baldes llenos de agua que recargan en las albercas.

Lo que sí se ve son algunos hombres y mujeres cargando en sus hombros pimpinas de agua porque ha llegado el bongo o planchón que trae agua potable para abastecer las albercas privadas. El agua potable en Tierra Bomba se ha convertido en un negocio del cual se lucran algunas familias.

El bongo es una embarcación cuyo fondo es plano y alargado, diseñado para transportar el agua potable. Lo que se pensaría es que el gobierno local debe prestar el servicio para dar una solución temporal a la falta de acueducto en los poblados, pero la verdad es que son las familias dueñas de las albercas privadas las que pagan por llenar sus depósitos para luego revender el agua.

Para traspasar el agua del bongo a las albercas, se extiende una manguera negra y se conecta con una motobomba que desplaza el líquido. Aproximadamente este proceso tarda alrededor de dos horas dependiendo la capacidad del tanque y la presión que ejerce la motobomba. Algunos niños aprovechan las fugas que tiene la manguera para recoger las gotas de agua en un balde. Desde muy temprano los nativos forman una fila, a la espera de llenar sus envases.

Martín, un joven alto, delgado y con una candonga en su oreja derecha, es quien atiende este negocio. “La alberca es mi lugar de trabajo desde ya hace algún tiempo. Todos los días vienen las personas a llevar sus pimpinas de agua porque en la isla no tenemos y nosotros prestamos el servicio. Las personas vienen y compran lo que necesiten para el diario. La mayoría compra seis o 10 envases, dependiendo el dinero que tengan”.

Miguel Ángel Morales Vega es el dueño de esta alberca, la cual se encuentra cerca de la orilla del mar.

Don Miguel es un hombre alto, de contextura gruesa y su cabello se ha caído por el paso de los años. Lleva en sus dedos dos anillos de oro y en su cuello una cadena con un dije rectangular. Durante muchos años la albañilería fue el sustento económico de su familia, ahora lo es la venta de agua potable.

Miguel Ángel tiene que hacer una inversión de 2 millones 400 para llenar completamente su depósito con con una capacidad de 150 mil litros de agua. En épocas de verano debe llenarla dos veces al mes, mientras que en épocas de invierno solo lo hace una vez. Las personas tienen la oportunidad de recoger agua lluvia entre los meses de agosto y noviembre. Para ese tiempo las ventas disminuyen, como dice él: "la cosa se pone mala".

Foto: Para las zonas más altas de Tierra Bomba los nativos usan carretillas para subir las pimpinas de agua.

Las personas pagan mil pesos por cada pimpina de agua de 19 litros que compran en la alberca de Miguel Ángel. Martín recibe el dinero y da las vueltas si debe hacerlo. Algunas veces tiene el permiso de Miguel para fiarle a las personas si lo necesitan. Hay quienes deciden pagar 500 pesos adicionales por el transporte del agua hasta su casa si esta se encuentra muy lejos de la alberca. Principalmente, son los jóvenes quienes realizan este trabajo.

Don Miguel no niega que el negocio del agua le deja buenas ganancias, pues de este obtiene el dinero suficiente para llevar comida a su casa, pagar las facturas de los recibos y ayudar a sus hijos.

“El agua potable que vendemos nos ha permitido sobrevivir, porque con esto no me voy a enriquecer "

En todos los poblados de la isla funciona el mismo sistema de albercas privadas para abastecer de agua a la población. En el corregimiento de Caño del Oro, Laila Blanquiett, dueña de una de las albercas, se dirige junto a su esposo hasta Cartagena para traer el agua por medio de una embarcación que ellos mismos adecuaron con tanques de agua.

Video: Laila Blanquiett, Propietaria alberca en Caño del Oro.

En Tierra Bomba las personas tienen que transportar el agua a las zonas más altas en carretillas o alzada en sus hombros, ya que el terreno es muy inclinado y no hay calles por las que el motocarro puede transitar. Al final, cargar el agua hasta cada hogar resulta una tarea tediosa y extenuante.

Cifras que duelen

Cada familia compra un máximo de 10 pimpinas para realizar las labores domésticas y su higiene personal. Las familias que tienen en promedio cinco integrantes deben comprar aldedor de 20 pimpinas diarias, un total de 380 litros de agua que son repatidos entre diferentes actividades, tal y como lo evidencia la siguiente tabla.

Es claro que en la isla el agua no es suficiente para suplir todas las necesidades que tienen los habitantes, pues si las personas tienen agua para beber, muchas veces no la tienen para lavar la ropa o realizar un adecuado aseo personal. Además, el agua se hace más indispensable en un clima como el de este departamento, en el que se alcanzan temperaturas hasta de 32 grados centígrados en época de verano.

La cruda verdad

La mayoría de los isleños creen fervientemente que el agua que consumen de las albercas llega totalmente potable. Sin embargo, los líderes sociales y algunos pobladores de los corregimientos son conscientes de que el agua no es limpia, dada la manipulación de los recipientes utilizados para transportar y almacenar el líquido.

Video: Rafael Pomares, Profesor del corregimiento de Bocachica.

Un estudio, realizado en 2015 por la ONG Arquitectos sin Fronteras, demostró que el agua que toman los habitantes de Caño del Oro no es apta para el consumo humano. Al ser analizada se hallaron bacterias como: mesófilos y Escherichia coli, las cuales pueden causar insuficiencia renal hasta causar la muerte. La Ingeniera Ambiental Luisa Fernanda Fuentes explica que “el agua estudiada está contaminada por heces fecales. El e-coli es una bacteria presente en las heces fecales y los coliformes totales indican contaminación por heces de animales y de humanos”.

La mala calidad del agua provoca que los habitantes de estas poblaciones, en especial los menores, adquieran enfermedades por la transmisión de estas bacterias a sus organismos. A esta problemática se suma la falta de servicios médicos, pues si bien todos los poblados cuentan con un puesto de salud, este no dispone con los recursos, ni los implementos suficientes para atender una emergencia. Además, solo funciona hasta el mediodía, es decir que el resto del tiempo los tierrabomberos están a su suerte. De presentarse alguna novedad en la noche, los lugareños deben tomar una lancha e ingresar al mar para llegar hasta el Nuevo Hospital de Bocagrande.