Volumen 9 Número 89

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    Acceso Abierto
    Álvaro Pablo Ortiz: homenaje a la memoria de un gran rosarista
    (2023-05) Mahecha Jaimes, Sergio
    En la Comunidad Rosarista es común resaltar con orgullo nuestra tradición histórica al ser moldeadora de nuestra identidad. Sin embargo, la preservación de esta memoria se ha debido a varios personajes que, con profundo cariño por esta institución, próxima a cumplir 370 años, dedicaron su vida a acrecentar, divulgar y dignificar la historia del Claustro. Hoy queremos reconocer en este número de nuestra revista institucional Nova et Vetera, la vida y obra del profesor Álvaro Pablo Ortiz, quien dedicó buena parte de su trayectoria académica a la Universidad del Rosario, y rendirle un sentido homenaje a su memoria. No cabe duda de que la partida del profesor Ortiz el pasado 16 de marzo supone para nuestra institución una pérdida significativa. Amante de la historia rosarista, siempre estuvo dispuesto a construir y transmitir desde el diálogo un fervor por el Colegio Mayor. Su aula de clase se expandía hacia cada rincón del claustro y con gran maestría aprehendió el verdadero significado de la enseñanza al compartir de forma desinteresada con sus interlocutores todo tipo de saberes.
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    Acceso Abierto
    Álvaro Pablo Ortiz - In memoriam
    (2023-05) Plazas Vega, Mauricio A.
    Tuve la grata y enriquecedora oportunidad de conocer al ilustre historiador y humanista Álvaro Pablo Ortiz Rodríguez: un hombre de profunda sensibilidad por las letras y la dialéctica de la historia en quien se personificaron siempre la vocación docente y la generosidad del maestro, en el más estricto sentido de la expresión. Sostuvimos conversaciones inolvidables acerca de la historia en general y las de Colombia y el Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario en particular, recinto natural de sus cátedras peripatética y formal, en las que siempre percibí una visión aguda y rigurosa sobre los verdaderos rumbos de la biografía del espíritu colectivo.
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    Acceso Abierto
    Papulo
    (2023-05) Ortiz, Cristian; Ortiz, Verónica
    Al final de su vida mi papá estaba fascinado con devorar biografías de mujeres. Cada tanto mencionaba que uno de sus proyectos a futuro era hacer un libro de retratos literarios de gente querida, como esos que florecieron en la Francia prerrevolucionaria, casi siempre de la pluma perspicaz de mujeres como la marquesa de Sévigné. Yo no soy tan ambicioso, si tuviera que utilizar un medio deficitario como la palabra escrita para evocar a mi viejo, a lo sumo llegaría a una traducción impresionista y fragmentada de su figura contradictoria e inabarcable. Como los locos que admiraba, mi papá tenía mucha sangre en las venas como para poder contenerlo en descripciones museificantes y mausoleos verbales.
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    Acceso Abierto
    Papá, más allá de la imagen
    (2023-05) Ortiz, Verónica
    Ha pasado más de un mes desde el fallecimiento de mi padre. Imagino este escrito como una especie de comunión, quiero que mis palabras se conjuguen con las fotografías que tanto le hice y que para mí son la prueba más palpable de ese afecto intenso, honesto y creador que diariamente no cesamos de profesarnos.
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    Acceso Abierto
    Álvaro Pablo Ortiz: un maestro (un amigo) único e irrepetible
    (2023-05) Constaín Croce, Juan Esteban
    En La granja de los animales, la famosísima y aterradora distopía y fábula de George Orwell, hay una frase que revela la trampa y la falacia del discurso democrático cuando en él se agazapan los déspotas para erigir sus brutales tiranías: “Todos los animales son iguales, pero hay unos que son más iguales que otros…”. En el caso de la humanidad uno podría darle varias vueltas de tuerca a esa idea y decir lo contrario, que los seres humanos somos siempre distintos siempre: de eso se trata todo pero hay unos que son más distintos que otros. Los ‘raros’, los llamó en un libro muy bello el poeta nicaragüense Ruben Darío: personajes irrepetibles y únicos que parecen sacados de una novela, incluso si se piensa en su indumentaria y su apariencia, su estampa, sus maneras; almas marginales y heroicas, románticas, que viven según un código de honor que nadie más tiene ni puede imitar, por eso las vemos atravesar el mundo con asombro y maravilla mientras lo van dotando de un significado excepcional, una hondura, una belleza y una dignidad que al final, se diría, son casi la justificación de que nuestra especie exista. Así era Álvaro Pablo Ortiz, quien murió hace un par de semanas en Bogotá, la ciudad en la que también nació y a la que una vez, en un mensaje de voz que me puso hace un año y que atesoro como todos los recuerdos que viví a su lado, llamó “un rugido y un pugilato”, luego de una de esas descripciones magistrales suyas que eran un prodigio de humor y de elocuencia, de ternura y de resignación.