Doctorado en Estudios Políticos e Internacionales

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    Brecha entre desarrollo y democracia a nivel subnacional. Estudio de caso de Santander
    (2023-10-25) Sampayo Navarro, Andrés Miguel; Otero Bahamon, Silvia Alejandra; Basset, Yann; Grupo de Estudios Políticos e Internacionales -GEPI
    Esta tesis busca explorar para el nivel subnacional la interacción entre el nivel de desarrollo socioeconómico y funcionamiento del régimen político. En concreto, evalúa si las teorías de la modernización pueden explicar el estado de las democracias a nivel subnacional, como se ha visto en varios países a lo largo de los años, o si, por el contrario, el nivel de desarrollo económico no tiene la relación esperada con la calidad de la democracia. Para ser más concretos, se tratará de revelar las condiciones bajo las cuales existe una relación paradójica entre democracia y desarrollo en Santander, caracterizada por la existencia de crecimiento económico, disminución de la pobreza y elecciones ininterrumpidas, pero con una democracia de baja calidad dominada por unas pocas familias, clanes o partidos políticos cuyo ejercicio de gobierno viene acompañado de prácticas semiilegales, corruptas y abiertamente clientelares.
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    Diplomacia cultural ¿Antídoto para la estigmatización internacional?
    (2022-10-18) Montoya Ruiz, Sandra; Tickner, Arlene Beth
    Desde cuando me acerqué a la diplomacia cultural como concepto, en 2011, percibí que era más que dos palabras que sonaban sexies e interesantes. Una rareza que tocaba mi sensibilidad a las expresiones culturales y artísticas, y a la diplomacia como arte. Esta investigación me ha llevado de diversas formas a indagar por el vínculo entre diplomacia cultural (DC) y estigma “violador de derechos humanos (DD. HH.)”, me ha hecho ver que el vínculo ha estado presente en mi vida, en mi niñez y mi adolescencia, que trascurrieron durante la última década de la Guerra Fría y la primera de la posguerra en Colombia. El recorrido y el proceso de investigación me han llevado a revivir este periodo, a reconstruirlo desde otras perspectivas, a conectarlo con experiencias de otras personas que vivían en otros dos países latinoamericanos, al tiempo que en Colombia experimentábamos, en medio del legado del Estatuto de Seguridad -del que me enteré años después, en la universidad-, el conflicto armado interno, las bombas, las masacres, los secuestros y los atentados a políticos, periodistas, jueces, alcaldes e incluso, ministros que marcaban esperanza de cambios. Todo ello ambientaba las canciones y los juegos que transcurrieron en mi niñez, así como las tareas de representar las diversas expresiones culturales colombianas en el colegio, las clases en un ambiente campestre y libre, la celebración del Día de la Tierra, la conmemoración sentida del Quinto Centenario, la Constitución Política de 1991 y el movimiento estudiantil que la impulsó. Desde ese contexto, cargado de esperanza y tragedia, en un país del que se sabía que tenía buen café, frutas, productos exóticos, “lindas mujeres”, y del que circulaban internacionalmente imágenes asociadas a la situación de los DD. HH. y al narcotráfico, el vínculo diplomacia cultural-estigma violador de DD. HH. estaba presente, acompañando silenciosamente mi búsqueda por contribuir de alguna manera a la construcción de una sociedad en la que no prevalecieran el miedo, la sensación constante de inseguridad y la muerte en las noticias y en las conversaciones; una sociedad en la que se hablara de lo que veía con mi familia cada vez que viajábamos a diferentes lugares: las diversas formas de “ser” en Colombia: sus caras, sus culturas, sus comidas, sus paisajes, sus músicas, sus expresiones artísticas, la amabilidad y la solidaridad. Ese elemento cultural que me hacía sentir “orgullosa” de “mi” gente no nombrada, no visibilizada, ha servido como alimento para mi propósito, para propiciar la construcción de la paz, y en ella, el respeto a los DD. HH. en sus múltiples formas de ser entendidos. Lo “internacional”, la DC con un “otro” externo a mi país, apareció de manera más evidente en mi práctica en la Oficina de DD. HH. y ONG de la Embajada de México en Colombia, en esta experiencia el vínculo DC DD. HH. impulsó que me enamorara de este país. Esa experiencia me permitió vivir las similitudes entre nuestras sociedades y experimentar directamente lo que lograban las iniciativas de DC cultural mexicana y el día a día con sus diplomáticos. Esta atractividad que generaba en mí se conjugaba con mi interés en los DD. HH. de ambas sociedades y el papel de actores no estatales y estatales. Lo internacional en el vínculo hoy lo veo también en mi tesis de pregrado en la Universidad Javeriana; la DC fue el eje invisible en el que proponía profundizar el proceso de integración de la Comunidad Andina de Naciones (CAN) acudiendo al componente cultural como una herramienta que propiciaría a sus poblaciones (re)conocerse, romper con los estereotipos mutuos, aprender de sus historias, sus culturas y sus elementos comunes, y desde ahí, intentar aportar a la resolución de los problemas no visibilizados. Una propuesta que no encajaba con las teorías hegemónicas en las Relaciones Internacionales (RI) y en la ciencia política, que no explicaban los procesos inmersos en la CAN ni el papel de las personas y los procesos sociales latinoamericanos -lo cual me acercó al constructivismo de Wendt, que resultaba novedoso entonces-. El vínculo siguió presente; permitió sortear la tragedia y alimentó nuevamente mi esperanza -sin saberlo- en mi vida laboral, al atender y compartir con población desplazada por la violencia, de la que aprendí más sobre el país y su cultura, su resistencia. O cuando tejiendo alianzas entre el sector privado, el público y la cooperación internacional, me maravillaba al ver, a lo largo del país, la solidaridad y la diversidad a distintas escalas, mientras hacíamos lo posible por mejorar la seguridad alimentaria o la superación de la pobreza extrema. En este trayecto, al asumir la DC como eje de mi tesis de Maestría en Asuntos Internacionales, y posteriormente mi primer hijo, mi libro , el vínculo entre DC y manejo del estigma estaba más que presente, pero pasó nuevamente desapercibido, como lo hace en la literatura existente en ambos frentes en RI. El estigma hoy es más que visible, y lo percibo al mirar atrás, en todas las veces que al salir del país, en calidad de estudiante o docente o turista, llegaba el chiste o el comentario morboso asociado al narcotráfico y a la violencia del país, frente a las cuales percibí cómo la interacción directa, cultural y académica permitía “humanizarme” en el encuentro y problematizar las imágenes marketizadas compartiendo mi lectura del país, su historia y su diversidad. Esta experiencia la encarnan millones de colombianos en el exterior, y otros migrantes provenientes de países sobre los que penden diversos estigmas; con algunos de ellos he podido compartir y derribar el estigma sobre ellos, y el mío sobre ellos, sin maquillar la realidad. La inspiración en la importancia del (re)conocimiento sobre este vínculo que hoy puedo nombrar, y para propiciar reflexiones en torno a él, en RI, en Latinoamérica, desde múltiples enfoques y voces, impulsa el proceso que da lugar a esta tesis. Un logro que no se habría podido materializar sin el apoyo y el aporte de todas las personas y las instituciones que me han brindado la mano en este “viaje”; especialmente, mi familia y mi directora-guía-ejemplo de vida: la doctora Arlene B. Tickner. A ellas agradezco desde el primer día que me impulsaron hasta hoy y en adelante, por su compañía en los momentos de inspiración, reflexión profunda y compleja, por su energía. Gracias también a los doctores Germán Silva, Antonio y Carmen Scocozza, Andrea Lampis, Camilo Echandía, Fabio López de la Roche y Christiane Stallaert, por su ejemplo y su aliento. Le agradezco infinitamente a la Universidad del Rosario, a mi Facultad, a sus directivas, sus profesores y mis amigos, por acogerme como becaria a lo largo del doctorado, incluida la financiación de mi pasantía en Chile y en Cuba. En estas pasantías, a mis tutores: la Dra. Ileana Capote (Universidad de La Habana) y al Dr. Carsten Schulz (Pontificia Universidad Católica de Chile); al Dr. Van Klaveren y la Dra. Dorotea López (Universidad de Chile) y al Dr. Pedro Wilson Leyva (Universidad de La Habana). Gracias a cada una de las personas que en Chile, Cuba y Colombia me abrieron las puertas de sus casas o sus agendas para realizar las entrevistas y conocer sus experiencias; a los artistas, cultores, académicos y escritores de los tres países, y a mis estudiantes.
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    Monólogos del Imperio: Una historiografía sobre algunos silencios en la disciplina de las Relaciones Internacionales
    (2020-12-10) Peña Galindo, Andrés Arturo; Tickner, Arlene Beth; Kleinschmidt, Jochen
    La disciplina de las Relaciones Internacionales se caracteriza por narrar una historia con pretensiones universalistas, simplificada y clara sobre sí misma. Desde finales del siglo XX esa historia ha venido recibiendo críticas por su construcción excluyente y delimitada según la perspectiva estadounidense respecto del sistema internacional. No obstante, dicho relato se sigue presentando de manera mecánica. Por ese motivo, la presente investigación doctoral, en reconocimiento de la necesidad de eliminar las jerarquizaciones a la hora de producir conocimiento, visibiliza diversos eventos e ideas marginalizadas tradicionalmente que permiten relativizar la historia habitual de la disciplina en cuestión, a la luz de algunas perspectivas ignoradas en su elaboración desde el mainstream.