Desde principios de enero de 2016, cuando la Ley de protección animal fue promulgada por la Corte Constitucional, se puso en evidencia la permisividad y laxitud que se tenía frente al abuso, violencia y trato cruel hacia los animales. Solo en Bogotá se han reportado 440 casos de crueldad animal.

En un potrero de Mosquera, Cundinamarca, estaba abandonado el cuerpo de Saúl, un perro que, al parecer, había sido atropellado por un vehículo. Aún permanecía con vida, pero su estado era lamentable. Desgarrador. Dos personas que pasaban por la zona lo ubicaron por los aullidos de dolor que producía el animal en medio del abandono en el que quedó, por eso no dudaron un segundo en llamar a Giselle Huertas, defensora de animales en el municipio y directora de Bigotes Refugio Animal, una fundación dedicada al rescate y rehabilitación de los animales habitantes de la calle.

“Parte el corazón en mil pedazos ver un animal en ese estado”, dice Giselle. Esta mujer de sonrisa espontánea y ojos brillantes al hablar, recuerda que llegó al lugar donde estaba Saúl y lo cubrió con una manta rosada, lo que generó una serie de lamentos estrepitosos por parte del perro. Las heridas que tenía se agudizaban con el roce de la pieza de lana.
Saúl, que en el camino no paró de quejarse por el dolor, fue llevado en el carro de Giselle y su amiga Laura Cuadros hasta la clínica veterinaria del doctor Juan Pablo Chacón. Un acto, si uno se lo imagina mientras lo escucha, de valentía y filantropía, pero sobretodo de amor a la vida.
“¿Te dio miedo?”, le dijo Giselle Huertas sobándole el hombro a Laura.
Laura no podía responder. En medio de las náuseas, tomó un poco de agua. En su cabeza no dejaba de pasar las imagenes de lo que le había pasado a Saúl. Tal vez fue un carro, pensaba, lo arrolló y arrastró por varios metros hasta que el perro pudo salir de ese infierno. Quizás lo que le pasó por encima fue un bus, o un camión. En fin, lo que haya pasado solo él, Saúl, lo sabe.
El sufrimiento de Saúl inició 15 días antes de ser encontrado. Nadie le prestó los primeros auxilios cuando esto sucedió, al contrario la indiferencia fue la constante. Giselle reconoce que esa es la tarea a diario, cada vez que se encuentran un animal lastimado en la calle, los calificativos se quedan cortos frente a las atrocidades que ve: desnutrición, hembras preñadas, problemas de piel avanzados, accidentes viales.

El caso de Saúl era complejo, y doloroso, porque al ingresar a la clínica le tuvieron que quitar la piel muerta y examinar que el hueso no hubiese sido afectado por los gusanos. “Un fuerte olor, de esos que desatan el espíritu, salía de su propio cuerpo tras haberle hecho la limpieza a sus dos patas”, dice Giselle.
Tras la primera intervención el veterinario Juan Pablo Chacón observó que la batalla por salvar a Saúl apenas comenzaba: no tenía mucha piel y el músculo estaba muy afectado. “El injerto de piel que le hicimos de las costillas permitió que sus dos patas tuvieran la carne que se necesitaba”, reconoce el especialista.
Pasadas un par de semanas la recuperación fue funcionando paso a paso y con tranquilidad en medio de dolor. Repitiendo la misma escena de vendajes y curaciones, se las quitaron nuevamente para revisar si el injerto había recuperado todo el tejido que estaba muerto por culpa de los gusanos. Giselle aguantando la respiración veía a Saúl en cada uno de sus procesos y soltando el aire le preguntaba al doctor Juan Pablo si Saúl iba a sobrevivir. Todo el cuerpo del animal tenía las marcas que había dejado aquel suelo de cemento grumoso y los huecos producidos por los gusanos mientras estuvo abandonado. Según dice Giselle, en estas situaciones es todo o nada por el animal, pues se deben tomar decisiones de riesgo y que el perro muera por tanto dolor.

Al final la vida le sonrió a Saúl y le dió otra oportunidad. Así es el destino. Su tejido mejoró casi el 90% y empezó de nuevo a dar coletazos, ladridos y jadeos que mostraban su recuperación. Se dice que lo más complejo de la recuperación de un animal son sus cuidados: “mucha paciencia y amor”. El rescate llevado a cabo el 30 de abril del 2018 evidenció que el descuido y el abandono fue el gran causante del grave problema de Saúl.
Historias como esta se pueden encontrar en las redes sociales a diario, plataformas donde la gente publica casos en cada rincón de nuestro país: fotografías, videos y textos son la muestra de que todos los días se presentan acontecimientos como el de Saúl.
Dos años después de la aprobación de la ley 1774 del 2016
Alguien fue el causante del sufrimiento de Saúl, una persona que no detuvo su vehículo al atropellar el perro y decidió dejarlo abandonado después de arrastrarlo sin compasión. A esto se suma la indiferencia ciudadana que detonó aún más el sufrimiento de este animal. Ante esto ¿qué están haciendo las instituciones del Estado contra el maltrato animal después de la Ley 1774?
Haciendo un rastreo encontramos que cada día se presentan alrededor de 25 denuncias por maltrato animal en la capital colombiana y, por ejemplo, la Fiscalía General de la Nación ahora sentencia casos de delitos de maltrato animal desde marzo del 2017, para el 2016 se imputó cargos en contra de Giraldo Hernán Erazo Tobar, por el delito de maltrato animal debido a que roció con gasolina a su mascota y se profirió la primera sentencia a David Andrés Flórez Acosta por robar, matar y comerse los gatos. El Instituto de Protección y Bienestar Animal (Idpyba) que se creó en noviembre del 2017 para prevenir y tratar el sufrimiento de los animales, y erradicar los actos de crueldad su base de datos cuenta con 440 casos de crueldad animal a la fecha.
La Secretaría Distrital del Medio Ambiente en conjunto con la Unidad de Cuidado ambiental (UCA) que entró en vigencia en marzo de 2018 y que era antes el Centro Distrital Zoonosis en Bogotá, al cual le corresponde atender las solicitudes relacionadas con la salud pública (como las urgencias veterinarias, unidad materno neonatal, post operatorios, área de comportamiento etológico y área de recreación). A hoy se han evaluado las condiciones de bienestar de más de 7.000 animales.

Por último está el Ministerio del Interior que tiene la misión este 2018 de desarrollar el Conpes que permita la regulación y normalización de la protección animal, de la Ley 1774 del 2016.
Todas estas entidades, y políticas públicas, buscan despojar al Estado del estigma de que “las instituciones no hacen nada por lo animales”. Mientras pasa el tiempo se reactivan los procesos de protección animal y se toman medidas para controlar la sobrepoblación y el maltrato hacia los animales que se encuentran en peligro de muerte. La administración distrital de Bogotá asegura que en 2019 se tendrán más herramientas para que no se presenten más casos de abandono y de ningún tipo de maltrato en el tema de compra y venta de animales en Bogotá.
“Por ahora somos los primeros educadores en tenencia adecuada de bienestar de los animales, no sacamos nada en llegar y quitar un animal que está siendo maltratado si no hay una educación. Puntualmente para el tema de prohibición, las denuncias se manejan a través de la Fiscalía”, dice Julián Tarquino, médico veterinario de Idpyba. Desde la perspectiva de las organizaciones protectoras de animales los avances de la ley 1774 del 2016 favorecen a los animales en diferentes sentidos, pero es desde las mismas instituciones y gobierno que se debe avanzar: “Más que la penalización del maltrato lo que la Ley hace es generar un cambio estructural en las nuevas doctrinas y posturas de la convivencia inter-especial en el país, y es aclararle la cientiencia a los animales. Entonces, más allá de llevar a los maltratadores de animales a la cárcel o hacer investigaciones por delitos que sean cometidos es que esta declaración de la cientiencia de los animales nos permita entrar a nuevos debates en el país, como por ejemplo: la regulación de la compra y venta de fauna doméstica, la excepción del maltrato animal a espectáculos crueles con los animales como la corridas de toros; las peleas de gallos; el coleo; el rejoneo; las becerradas, novilladas entre otros temas”, expresa Andrea Delgado Córdoba asesora jurídica de la asociación animalista Plataforma Alto.
A pesar de los grandes desafíos, el tema del maltrato animal se ha ido empoderando en lo que va corrido del año 2018, pues gran parte del trabajo que se está desarrollando es en la educación para que, como dice Giselle, “las nuevas generaciones se sensibilicen, ya en 20 años o 10 años la gente no va a comprar perros o gatos y los van a adoptar, como queremos que pase con Saúl. Las personas van a preferir ir a un refugio y adoptar un perro o un gato, salvar una vida. Ese es el chip que debemos empezar a cambiar. Eso es lo principal. Aunque sea el tema más duro”.