Estamos en la era del streaming (distribución digital de contenido multimedia).
Spotify, Deezer, Apple Music, son algunas de esas grandes empresas que a diario nos dejan descargar canciones en nuestros móviles y escuchar nuestra música favorita en donde sea con tal de que desembolsemos mensualmente una suma específica de dinero. Las playlist reemplazaron las compilaciones en cassettes y CD; así como los álbumes digitales se han posicionado por encima de los discos físicos.
Sin embargo, no fue la primera revolución en la música. Hubo que pasar primero por la piratería física en dónde los discos, vinilos o cassettes se falsificaban en los 80. Después, llegar a la era digital en la década de los 90, en donde el mp3 aprovechó el internet e inundó la red con servicios como AresAres, es un programa de compartición de archivos a través de redes de pares creado a mediados de 2002., Limewire Limewire, es un programa de compartición de archivos a través de redes de pares creado a mediados de 2001., The Pirate BayThe Pirate Bay es un motor de búsqueda y rastreo de ficheros en el que es posible realizar búsquedas de todo tipo de material multimedia., entre otros. Es más, veinte años después del inicio del nuevo milenio, del grueso de consumidores a nivel mundial hay todavía un 66% que recurre a la piratería, como afirma el medio inglés The Guardian.
Foto por: Sebastián López Ramírez.
Es por esto que los artistas han tenido que migrar a otro tipo de estrategias para obtener ganancias de su música. Una de las tantas alternativas es la presentación en vivo que se posiciona como uno de los principales ingresos de los músicos en estos últimos años, según la revista Rolling Stone. No en forma de conciertos que llenan estadios, sino en experiencias íntimas, como los meet and greetsEspacios pagos tras bastidores en donde los fans pueden conocer a sus artistas, tomarse fotos y hacer firmar todo tipo de elementos. o también los festivales que exploran una idea más amplia de experiencia multisensorial.
Ahora, ¿quién identifica esos cambios? ¿Quién plantea las alternativas? ¿Quién analiza lo que pasa? La música ya dejó de ser una mera expresión cultural, para abrirse al mundo comercial. Por ello hay nuevos actores que están pendientes de cómo elaborar un plan para monetizar los proyectos musicales, como también hay otros enfocados en la imagen o el mismísimo sonido.
Sellos y artistas: una relación de altibajos
Aunque hoy en día la música grabada ha perdido su valor, en un momento fue lo primordial y de hecho era difícil que los artistas grabaran. Por ejemplo, el músico de jazz Freddie Keppard con su banda Original Creole Orchestra tuvieron la posibilidad de ser la primera banda de swing en vinilo para 1906. Sin embargo, el cornetista decidió no hacerlo para que no copiaran su estilo, y hasta decidió en las presentaciones tapar sus manos con un pañuelo para que nadie pudiera ver su interpretación de la trompeta, como se ve en el documental Gumbo.
Por ello, la primera banda grabada no fue la de Keppard, sino la Original Dixieland Jazz Band en 1917 ayudada por la empresa de grabación discográfica Victor Talking Machine que más tarde se convertiría en la gigante RCA VictorEs una de las tres marcas discográficas más importantes de Sony Music Entertainment, junto a Columbia Records y Epic Records, y la segunda más antigua en Estados Unidos.. Desde entonces, las empresas comienzan a tomar un rol importante porque son las que producen los discos que generar ganancias al artista. Sin embargo, no solo bastaba con grabar, alguien tenía que vender.
Esto fue lo que hicieron las disqueras: generar un equipo de trabajo que no solo grabara música sino que supiera cómo venderla; cómo hacerle una portada; cómo organizar un concierto; entre otras tareas. Quizá uno de los ejemplos más caricaturizados, pero más exactos, es el que nos presenta la serie de ficción VINYL con la historia de Richie Finestra, quien dirige el sello American Century. Allí, el excéntrico empresario lidera la compañía que idea estrategias comerciales de bandas de discoGénero de música de baile derivada del rhythm and blues que mezcló elementos de géneros anteriores, como el soul y el funk, con toques latinos en muchos casos, y que se popularizó en las salas de fiesta en la segunda mitad de los años 1970., punkGénero musical simple y crudo, a veces descuidado. Un tipo de rock sencillo, con melodías agresivas de duraciones cortas, sonidos de guitarras amplificadas poco controlados y ruidosos cargados de mucha distorsión, pocos arreglos e instrumentos y, por lo general, de compases y tempos rápidos y bluesEl blues es un género musical vocal e instrumental, basado en la utilización de notas de blues y de un patrón repetitivo, que suele seguir una estructura de doce compases. que van desde ayudar a bajar la sobredosis de un cantante antes de montarse a un escenario hasta conseguir la primera portada en Billboard en medio de la década de los 70.
Foto por: Sebastián López Ramírez.
Sin embargo, el sello es un actor grande y con muchos otros actores pequeños en él, que de a poco se fueron desvinculando para ser independientes. Por ejemplo, los abogados empezaron a trabajar de la mano de los artistas para que los contratos los beneficiaran en mayor cantidad, o los managers para que los shows fueran altamente benéficos. También, están los fotógrafos e ilustradores que daban vida a carátulas icónicas como la del TEN hasta la de Los 14 Cañonazos Bailables
. Incluso, como en el caso de Shakira, hay artistas que decidieron ser sus propios managers y productores.
La industria musical capitalina: un gigante en constante crecimiento
Este entramado de relaciones deja ver que la música es una industria, más específicamente una inscrita en la industria cultural. En palabras técnicas de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo, es una
interfaz entre la creatividad, la cultura, la economía y la tecnología, expresada en la habilidad de crear y poner en circulación capital intelectual con el potencial de generar ingresos, empleos y exportaciones, junto con la promoción de la inclusión social, la diversidad cultural y el desarrollo humano
Bajando a tierra esa definición, la industria cultural es una serie de vínculos que crean empleo y ganancias que se dan a partir de la producción de música, libros, películas y experiencias como conciertos, festivales, entre otros.
Hablando específicamente de Bogotá, en los últimos años ha habido un aumento significativo de empresas en el sector musical, según la revista Dinero. De pasar de tener en el 2005 unas 1076, en el 2017 habían ya unas 1663 que trabajaban entorno a esta industria como estudios de grabación, productoras audiovisuales o venuesAnglicismo usado para describir, no solo bares, sino lugares en los cuales hay un espacio para la presentación de música en vivo como auditorios, teatros, entre otros. . Según La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, la capital colombiana es “Ciudad de la Música, por promover la misma como herramienta para el progreso socioeconómico y la diversidad cultural”.
De hecho, la Cámara de Comercio de Bogotá desde el 2013 creó el Bogotá Music Market (BOmm). Este es un “espacio para que músicos, compositores, productores, agencias, empresarios, marcas, disqueras y editoras descubran nuevas oportunidades de negocio y aprendan sobre las últimas tendencias en la industria de la música”. Allí se hacen showcases, asesorías, talleres, pero, sobretodo, hay una vigilancia del sector musical en la ciudad que da como resultados informes y guías sobre la industria musical.
Como en todo negocio hay un camino para que un producto se consuma, y según el BOom este es el que hay en la industria musical: formación, creación, producción, gestión, divulgación y circulación. Los tres primeros se refieren a la educación musical y la creación de canciones, discos y videos; mientras que los otros tres pasos hablan de estrategias de mercadeo y puesta en plataformas de streaming como circulación en físico de esos productos. En estos procesos están envueltos los actores de la industria, cada uno desde un enfoque, una tarea y un momento distinto.
Cambios, perspectivas y dudas
Ahora, hay tres modelos de negocio en el mundo de la música que se ven en la capital colombiana según las administradoras de empresas enfocadas en negocios musicales Carolina Patiño, Manuela Pérez y Manuelita Nieto. Está el modelo tradicional que tiene diversas relaciones entre los actores; está el modelo integral en donde se ve un proceso más claro; y finalmente está el modelo basado en el artista teniendo a este como eje central. Pero, eso es una generalidad, es más sencillo entender los modelos con bandas o artistas específicos.
Desde el 2014 un cartagenero comenzó a hacer presencia en bares capitalinos como Balsámico y El Sitio. Manuel Medrano, a punta de baladas pop, inundó el mercado y fue ganando presencia en el espectro musical bogotano. Alcanzó tal nivel de éxito que en febrero de 2015 firmó un contrato con el sello discográfico Warner Music México. Este es el mejor ejemplo de modelo tradicional, ya que la empresa guió todo el proceso de realización, comercialización, distribución y presentación en vivo del debút de Medrano.
Por otra parte, está Diamante Eléctrico: una banda de rock que empezó con una iniciativa de KickstarterSitio web de micromecenazgo para proyectos creativos que ha financiado desde películas independientes, música y cómics a periodismo, videojuegos y proyectos relacionados con la comida y que hoy en día ha logrado conquistar cuatro premios Latin GrammyPremios otorgados por la Academia Latina de Artes y Ciencias de la Grabación que reconocen la excelencia artística y técnica de la música grabada en Latinoamérica, mediante votaciones entre pares.. Según sus integrantes, en una entrevista para Semana, han mantenido el proyecto bajo su dirección tomando decisiones desde creación, promoción y hasta comercialización. Sin embargo, han sido ayudados por empresas como Nébula (empresa audiovisual) y hasta los estudios neoyorkinos Electric Lady StudiosEstudios de grabación discográfica creados en 1970 por el guitarrista estadounidense Jimi Hendrix.. Además, sus alianzas comerciales con marcas como el whiskey Jameson hacen del Diamante una banda perfecta que describir el modelo integral.
También, hay proyectos como el de N. Hardem que no encuadran en ninguno de los ejemplos anteriores. Este rapero de Bogotá ha maquinado todo desde su mano, delegando tareas a empresas, pero siempre teniendo la autonomía de su trabajo entero, como afirma el medio musical Noisey. Podría decirse que la mayoría de artistas emergentes de esta década, que no cuentan con un apoyo directo en un inicio de grandes compañías o sellos, tienen proyectos DIYSiglas para "Do It Yourself" o "Hágalo Usted Mismo" que en la industria musical significan proyectos autogestionados. que les lleva a aplicar el modelo de negocio basado en sí mismos.
Esfuerzos en conjunto, no solo de vigilancia como el BOom, sino legales también han permitido que siga creciendo esta industria en Bogotá. Por ejemplo, la Ley 1834 de 2017, también llamada Ley Naranja, ha creado un marco jurídico propio para empresas, actores y proyectos parte de este sector. Además, instauró políticas para que se eviten los monopolios u oligopolios en la misma.
Igual, hay problemas que aún deben superarse como los que enuncian las administradoras Carolina Patiño, Manuela Pérez y Manuelita Nieto. Para ellas, aún “hay falta de desarrollo del mercado interno; una escasa infraestructura; débil articulación sectorial; ausencia de implementación de reformas como también de valorización del capital”. En general, afirman que se necesita de un esfuerzo mayor del sector privado para articularse con las políticas públicas y también tiempo para que siga creciendo la industria.
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